miércoles, 27 de julio de 2016

Antología X: Entre Líneas (Vol II de antología X) Ya a la venta en todo el mundo en formato ebook.

¡Buen@s y húmed@s días/tardes/noches!

Sí, lo prometido es deuda:

Ya está a la venta la segunda antología X, recopilando diez relatos de los publicados en el Blog.

A un precio de 0,99€ en europa o 0,49$ en mexico, así como precios equivalentes en el resto del mundo, lanzamos el libro en formato e-book -próximamente en edición física también- y, por supuesto, gratuito para todo aquel que esté subscrito al servicio de Kindle Unlimited.

En las próximas horas subiremos los links para cada país así como facilitaremos un "botón" para acceder a nuestros libros con más facilidad en el blog.

domingo, 24 de julio de 2016

Antología X: Entre Líneas. Portada.

¡Buen@s húmedos días/tardes/noches!

Hoy os traemos la portada de la segunda antología que, dicho sea de paso, se pondrá a la venta en breves (en algunos lugares ya lo está ;))

¿Qué más datos ahí?

Pues bien, será a un precio aún más accesible que la anterior y contendrá diez relatos.

Pronto informaremos de más detalles, así como alguna otra sorpresa.

Espero que os guste la portada.

 
Un saludo :)

viernes, 22 de julio de 2016

Relato: Probando.


¡Buenos húmedos días/tardes/noches!
Finlamente está aquí el nuevo relato y, además, habrán novedades muy, muy pronto, sobre la siguiente antología y sobre la anterior. Estad antetos.
 
Imaginad que estáis cerrando vuestra tienda de ropa y entra una persona a la que te gustaría probarle toda la ropa... y probar quitársela ;)
 
Probando

 

Quedan veinte minutos para cerrar. Mis dos empleadas han plegado ya, tenían una cita importante hoy y las he dejado marchar. Solo quedan dos clientas probándose ropa, con suerte cerrare a tiempo. Qué envidia, ojalá pudiera volver al momento de salir de fiesta y conocer chicos, pero ahora tengo que cuidar de un hijo y convencer a mi marido para que atienda mis carnes un poco en vez de al futbol.

—Buenas tardes — dice una serena voz desde la puerta.

Un calambre recorre mi cuerpo. Castaño, sonrisa celestial y ojos profundos. Es un chico que acaba de entrar a la tienda, vestido con una camiseta, unos vaqueros que le van un poco anchos y unas deportivas. Parece joven con su media melena y deportista por su esbelto cuerpo.

—¿Disculpe? — repite tras ver como mueve la boca varías veces vuelvo en mí, me había quedado anonada.

—Ho-hola, bienvenido — digo torpemente, hacía tiempo que no sentía estos escalofríos.

—¿Me da tiempo de probarme unos pantalones?

—Sí, sí, claro — contestó sonriente, encantada estaría de probárselos yo.

Pasa a la tienda y se pone a revisar pantalones. En el tiempo en que escoge lo miro de arriba abajo infinidad de veces y empiezo a notar cierta humedad entre mis piernas, suerte que la falda de tubo me cubre hasta encima de las rodillas o temería porque se notará la gota caer.

—¡Disculpe! — oigo gritar, desde el mostrador. El chico me mira, sonríe, y me hace unas señas hacía atrás. Me giro y veo una de las clientas que estaban en el probador. Me disculpo, la atiendo y me despido. Al girarme el chico ya no está, imagino que habrá salido sin ver nada que le interesase.

Pasan unos minutos y la otra clienta sale de probador. La atiendo y en cuanto se va cierro las puertas y me dispongo a cerrar.

Me acerco a los probadores, para correr las cortinas del todo ya que odio que queden desplegadas por poco que sea. El tercero está totalmente cerrado, lo abro y automáticamente me muerdo el labio.

Está el chico dentro, que se asusta al verme y tropieza. Se apoya en la pared para no caerse y suelta el pantalón que se estaba probando, desabrochado y mostrando sus calzoncillos rojos y el gran bulto que ocultan.

—Disculpa, disculpa — exclamo tras relamerme los labios. — Pensaba que habías marchado y estaba cerrando.

—Lo siento, he tardado porque intentaba ponerme estos pantalones y no podía… — explica, sonrojado pero sin dejar de mirarme, algo que me hace humedecerme más.

Me estremezco. Verlo así, con el pantalón desabrochado y como se ha puesto erecto nada más verme, imaginando lo que se le habrá pasado por la cabeza, sumándole esa cara roja… Con el hambre que estoy pasado y habiendo cerrado ya mi cuerpo me pide más, más cercanía, más tacto, más acción.

—A ver… es normal chico, déjame a mí — digo, mientras me inclino hacía el. Le veo titubear, dar un paso atrás, pero luego volverlo a dar adelante. Aprieto los brazos para que mis pechos resalten en el escote de la camisa mientras mis manos se dirigen a los botones del pantalón, colocándose lentamente y presionando; rozando sus miembros a través del grueso vaquero… —Creo que estos no son de tu talla, te los ayudare a quitar… — digo mientras le miro desde abajo, mordiéndome el labio, tras hacer un vano intento de abrochárselo. El traga saliva y asiente, pega sus manos a la pared y exhala un lascivo suspiro.

—Gra-gracias… — dice, sin dejar de mirarme el escote, parece que ha funcionado.

—Me pondré cómoda, que con los gemelos que tienes quizá me cuesta quitártelos — explico mientras me subo el vestido de tubo hasta que mis nalgas sean visibles, comprobando que no pierde ocasión para echar un vistazo. Me arrodillo y le miro de reojo, sonriendo, mordiéndome el labio y deseando porque ese mástil me empotre contra el espejo. Me mira y, de reojo, mira hacía la tienda de forma intermitente. Su rostro de deseo y preocupación me humedecen aún más—He cerrado ya, así que no te preocupes. —No te preocupes, pensando que estaba yo sola he cerrado con llave.

—¿Sí…? Vale — traga saliva, pensé que sería más directo pero parece todo un virgencito.

—Es que a veces me gusta relajarme tras el trabajo, ya sabes — digo, guiñándole el ojo y pasándome la lengua por mis labios mientras mi mano derecha acaricia mi escote antes de agarrarle el pantalón. Él sonríe, torpemente, sin poder disimular su mirada a mis pechos.

Acerco la cara, mi nariz casi roza con sus abultados calzoncillos, y empiezo a bajar el pantalón. Con el movimiento, tirando hacía abajo, hago que se mueva y llego a notar su pene en la punta de mi nariz, momento en que pongo morritos y doy un sutil beso que espero que haya notado, aunque por el estremecimiento parece que sí lo ha hecho. Bajo su pantalón hasta sus gemelos y ahí me tiro un minuto o dos intentando bajárselo, ya que los tiene fuertes y al pantalón le cuesta pasar, hasta que finalmente se los quito.

—Bueno, ya está… ahora habría que mirar que pantalón te puede ir bien — digo, sin levantarme, mientras le miro desde abajo y una de mis manos se pasea por mis senos y la otra le acaricia su fuerte muslo izquierdo. — Pero tenemos un problema… — añado mientras me muerdo el labio contemplando el bulto de sus calzoncillos, imaginándome lo palpitante que hay en su interior.

—¿Qué problema…? — dice con torpeza. Sabe cuál es y sabe que voy a solucionárselo.

—Este problema… — Sonrió y rodeo todo lo que puedo con mis dedos su pene, a través de sus calzoncillos — Deberíamos solucionarlo, ¿No? — añado mientras acerco mi cara hasta notarlo en mi mejilla… ya con liquido pre-seminal… — Y parece que rápido…

Oigo como respira, no dice nada. Tiene las manos temblando, seguro que queriéndome agarrar la cabeza para meterme su polla entera en mi boca, algo que me pone a cien. Lo miro de reojo, sonrió mientras saco la lengua y empiezo a jugar con mis dedos… palpando su gran vena palpitante y paseando por la costura del calzoncillo. Oigo como ahoga un gemido y empiezo a ver cómo crece aún más, como se mueve… asomando la punta por su pierna…

—¿Qué tenemos aquí? — pregunto sonriente, casi babeando, mientras acaricio el capullo que asoma… le han operado, está sin prepucio, y tan rosadito como mojado. — Es un problema cada vez más grande — añado a la vez que presiono la cabeza, mojándome la punta del dedo, y finalmente pone una de sus manos en mi cabeza, filtrando los dedos por mi cabello… — ¿Quieres que te ayude? — y me da igual la respuesta, mi mano ya está dentro palpando el caliente pene que tiene, notando como palpita y se expande mientras lo aprieto, a la vez que mis labios descubren su forma a través de los calzoncillos.

—Por-por favor, ayúdame… — dice. Noto su mirada pegada en mi nuca, en mi cuerpo, en mis preciosas nalgas asomando por el vestido… —Ayúdeme lo mejor que sea — añade, tragando saliva. Se va soltando un poco, me gusta, pero su mano se aferra a mi cabello mientras una de las mías empieza a mover su pene y la otra a acariciar su firme y fuerte trasero.

—Vale, pero tendrás que colaborar — digo antes de pasar mi lengua por todo su tronco, saboreando su pene a través de la tela, hasta llegar al capullo que asoma y jugar con la lengua en su puntita… — ¿Me harás caso? — añado mientras le azoto el culo, pasando luego mi mano por dentro de sus calzoncillos para apretar sus duras nalgas.

—Lo que tú me digas, tu eres la dependienta…

—Y la jefa del lugar — añado mientras empiezo a bajarle los calzoncillos desde atrás, sin dejar de mirarle, de ver cómo me está violando con la mirada y notar sus deseos de penetrarme por delante, por detrás y por arriba.

—Y la jefa… — dice tras tragar saliva.

Sigo bajando sus calzoncillos y su pene sale rebotando, golpeándome la mejilla un par de veces y salpicándome en la nariz. Me rio e inmediatamente mis labios se posan en su tronco, frenando su movimiento hasta que queda totalmente inmóvil. Está caliente, palpitante y suave. Mi lengua se pasea por el trozo que tengo agarrado y lo saborea… limpio, con ganas de descargar. Sus manos aprietan mi cabeza, le gusta. Paseo mis labios junto a mi lengua por su tronco. Primero hacía los huevos y luego hacía su cabecita mientras el joven se estremece y me agarra el cabello.

—Esto está muy tenso… — digo mientras paseo mis dedos por su pene y la lengua por debajo del capullo. — Y tiene un olor intenso… — fuerte, como si hubiera estado cachondo durante un mes y no se hubiera corrido. El olor me embriaga, me hace volar a un lugar donde solo me penetran día tras días. Cuando me doy cuenta mi lengua esté paseándose por el capullo. Su líquido pre-seminal es fuerte, algo amargo, pero intenso. Se la limpio sin metérmela en la boca. Lamiéndola entera, incluso por debajo del capullo. Todo esto mientras la sujeto con mi izquierda y le miro a los ojos, fijamente, con una mirada lasciva y provocativa.

Su rostro es impagable. Aprieta los labios y abre sus fosas nasales mientras intenta controlar sus, cada vez más rápidos, latidos del corazón que se notan en cada palpitación de su pene. Tras estar varios segundos rodeando su capullo paseo mi lengua por todo su tronco, rodeándolo y no dejando ningún rincón sin lamer, hasta llegar a sus huevos, donde paso mis labios y mi boca. Los succiono, los chupo, mientras no dejo de masturbarle. Peladitos, cargados, riquísimos.

—Dios… — exclama mientras sigo comiéndome sus testículos. Tras unos segundos vuelvo a su pene y cuando llego a la cabeza de nuevo me meto toda su polla, hasta el fondo, sin avisar. Me dan arcadas, la tiene enorme, pero me mantengo mientras mis ojos lacrimosos le miran. Pasan cinco segundos que siento como un minuto y me la saco, salivándosela entera y tosiendo.

—Dios digo yo… vaya tranca tienes… — no le dejo contestar y me la vuelvo a meter, hasta el fondo otra vez, pero enseguida la saco un poco y empiezo a mamársela como dios, o más bien yo, manda. A mis lascivos movimientos le acompaña mi mano izquierda masturbándole y mi derecha masajeándole los huevos. Sus manos, en cambio, están agarrando mi cabeza y acompañan el movimiento de esta mientras él mira al frente, imagino que habiendo visto el espejo que estará reflejando desde atrás todo lo que pasa… viendo mi culito a la perfección y como chorreo por mi húmedo y semirasurado coñito.

Empieza a gemir más, me encanta, y yo acelero. Noto su polla chocando por mi boca, palpitando, mientras paseo mi lengua por toda ella. A veces me centro en el capullo e incluso lo presiono, otra mordisqueo su tronco mientras uso mi lengua como si un pincel en un lienzo blanco estuviera y otras simplemente me la meto y saco de la boca como si me estuviera follando duramente contra un muro. Dejo de masajearle los huevos y me llevo la mano a mi entrepierna, abriéndolas un poco para asegurarme de que lo ve a través del espejo, y empiezo a tocarme. Filtro mis dedos por mi tanga y empiezo a metérmelos, sin necesidad de empujar por lo mojado que está.

Inmediatamente me mira, mordiéndose el labio, y vuelve a mirar al espejo de forma intermitente. Noto como se pone aún más. Expulsa más líquido pre-seminal y le cuesta más aguantarse los gemidos así como presiona fuertemente mi cabeza. Quiere follarme, quiere follarme duro pero yo necesito una cosa de él antes.

Me la saco de la boca, lamo su punta y luego el tronco, de abajo arriba, salvajemente un par de veces. Inmediatamente después me voy levantando, sin dejar de masturbarle con la mano, hasta ponerme de pie al completo. Es algo más alto que yo, pero como llevo mis tacones tan solo me saca media cabeza.

—Aún tenemos un gran problema entre mis manos y, además, se nos ha colado otro.

—¿Cuál? — Pregunta acercando su cara.

—Que yo también tengo que buscar ropa nueva, ropa interior para ser exactos — digo mientras llevo su mano a mi coño, sobre mi humedecido tanga.

Respira fuerte nada más mojarse los dedos y aprovecho para besarle. Me sorprende. Me agarra la cabeza y pierde sus dedos en mi cabello mientras empieza a presionarme mi, cada vez más, mojado coño y lleva la batuta del beso; comiéndome la boca, filtrando la lengua e incluso mordiéndome los labios. Mi mano va automáticamente a la suya, la que me está tocando el coño, y se la aprieto. Quiero más, deseo más, y el cumple mis suplicas y filtra sus dedos por el tanga hasta llegar a mis labios, abriéndomelos y jugando con ellos mientras mi otra mano sigue masturbándole.

Separa sus labios de los míos y empieza a besarme el cuello, a morderme, mientras acaricia suavemente mi clítoris dando vueltas alrededor suyo. Se me escapan gemidos, noto el calor recorrer todo mi cuerpo y como mis mejillas se sonrojan mientras no dejo de salivar y mi lengua se mueve automáticamente, deseando tener la suya junto a ella, o su pene da igual. La mano que tengo libre se va hacía su cabello, estirándoselo mientras me besa el cuello, mordiéndomelo en determinados momentos. Él, sin embargo, saca la mano que tenía en mi cabeza y, acariciándome la cara, la lleva hasta mis pechos. Me los magrea y me gusta, me los amansa y desabrocha los primeros botones. Noto como salen disparados, por la presión liberada, y como sus dedos se pasean por la superficie de los senos.

—Muérdemelos, tómalos para ti y te ayudaré a encontrar lo que necesitas — le susurró en la oreja. Después se la muerdo, le paso la lengua por ella y noto como clava los dientes en mi cuello, posiblemente mañana deba traer un pañuelo al trabajo.

Me hace caso. Baja sus besos hasta mis senos y empieza a lamerlos y a morderlos. No tarda en bajarme el sujetador. Yo finalmente saco la mano de su pene y me quito la camisa e inmediatamente el sujetador. Con dificultados, eso sí. Sus dedos empiezan a pellizcarme el clítoris, a aplastármelo, a hacerme gemir cada vez más.

Mi cuerpo se estremece mientras su mano agarra mis pechos y su boca muerde mis pechos, los lame, y succiona mis pezones a la vez que los golpea con la lengua, la pasa alrededor suyo e incluso los sujeta con los dientes, poniéndome a mí. Hace locuras con su lengua, la quiero en mi coño, pero también quiero su polla. Desearía tener dos como él ahora mismo para complacer mis más lascivos deseos.

—Dame más pequeño, quiero más de… — Gimo. Antes de acabar la frase me penetra con los dedos. Los noto en mi interior, dos de ellos, moviéndose. Entran y salen mientras se mueven por todo mi interior. Gimo, ardo de pasión. Quiero su poya en vez de sus dedos y la quiero ya, pero no puedo hablar. Solo gimo mientras él come mis pechos y me penetra duramente. Su otra mano se va hasta mi culo, agarrándomelo con fuerza y tirando más de mi coño si cabe. Mis manos rodean su cuello y una de mis piernas se apoya en la banqueta del probador. Giro la cabeza y miro el espejo. Solo ver mi cara me pongo más. Estoy colorada y veo como su fuerte mano agarra sin tregua mi culo, mientras que sus dedos entran y salen. Vuelvo la cabeza hacía el y tiro de su pelo, separándola de mis pechos para besarle apasionadamente. Mis manos se deslizan por su varonil rostro mientras mi lengua se pierde junto a la suya. Acelera, cada vez más rápido, y me cuesta mantenerme en pie de lo bien que me toca. Le muerdo el labio, la lengua, le beso y sigo besándole mientras él me azota y me mete los dedos.

Mi mente está en blanco. Solo sé que estoy gozando y le estoy besando. Noto azotes, noto sus dedos moverse en mi interior y como con su pulgar no deja de jugar con mi clítoris. No sé cuánto tiempo pasamos así, pero no me importaría tirarme mucho más, hasta que casi me corro y aparto mis labios de su boca.

—¡Follame! — Grito, casi escupiéndole en la cara de todo lo que estoy salivando.

Su rostro es un poema. Está con los ojos abiertos y ha dejado de mover sus dedos en mi interior, creo que no se lo esperaba. Sonrío, me pone a mil ese rostro de incertidumbre. Aseguro mi tacón en la banqueta y agarro su pene. Saco la mano de mi coño y dirijo el capullo hacía este, gimiendo en cuanto roza mis labios.

—Un poco… — no puedo acabar la frase. En cuanto su polla roza mis labios él me agarra el culo y me penetra. Del empujón que me da casi me desequilibró, pero antes de volver en sí me empieza a follar duramente. Gime, gime mucho, al igual que yo.

Mi mente se vuelve en blanco durante unos segundos. Me agarra más fuerte del culo y me levanta mientras yo me agarro a su cuello y rodeo con mis piernas su cintura. Noto como mis pechos botan y chocan con su torso mientras que su boca se clava en mi cuello casi tan fuerte como su polla en mi coño. Miro al frente y veo mi cara botando mientras él me folla. Me pongo a mil, le araño, le gimo en la oreja y contemplo como me penetra duramente. No tarda mucho en bajarme y noto como me palpita el coño, caliente e hinchado. Hace mucho que no lo hacía, necesito una pausa. Cambiamos posiciones. Me siento en la banqueta y me abro de piernas.

—Me has dado duro, ahora masajéalo con tu lengua antes de volver a profanarlo… — le digo muy lascivamente, con la lengua fuera, mirándolo apasionadamente.

Se muerde el labio en cuanto ve mi coño. Apoyo mis manos en mis ingles y me abro un poco más de piernas. No deja de mirarlo, me encanta, es tan sucio… Se pone de rodillas y pone sus manos sobre mis muslos, abriendo mis labios inferiores con sus pulgares. Acerca su rostro y… DIOS. Su lengua, por las paredes de mi coño, rodeando el clítoris pero sin tocarlo. Pasea por todos lados, rodeando también el agujero y haciendo amagos de meterme la lengua hasta el fondo.

Mis manos juegan con mis pechos y con su cabello, estoy muy caliente. Oh… me lame el clítoris, de arriba abajo. Suavemente. Intercala con lametones en el agujero, pero sin meter la lengua. Me muerde, los labios, y luego pasa al clítoris. Pequeños mordisco suaves que me estremecen entera, de arriba abajo.

—Sí… más… — jadeo.

Me hace caso. Me mete la lengua en el coño y sorbe. La mueve dentro de mí y no dejo de gemir. Mis dos manos en su cabello, agarrándoselo como si no hubiera un mañana. Tras unos segundos pasa su gran lengua hacia arriba y empieza a lamerme fuertemente el clítoris Lo succiona lo mordisquea e incluso lo agarra con los dientes y lo azota con la lengua.

—Sí… — digo mientras empujo su cabeza hacia mi coño. Noto como empuja con sus manos y, de golpe, me mete dos de sus dedos. Gimo, grito y vuelvo a gemir.

Mueve sus dedos en mi interior, los mete y los saca sin parar mientras no deja de lamerme y morderme el clítoris, pasando su lengua por toda mi raja. Se tira varios segundos hasta que mis manos tiran de su pelo y mis rodillas amenazan con aplastarle el cráneo.

—Para, para… estoy a punto de correrme, métemela.

No lo hace, no para. Le miro entre mis piernas y veo que tiene la mirada fija en mí mientras acelera, tanto con dedos como con la lengua. Me pone a mi l esa mirada. Como la de un crio cuando ha preparado algo y espera ver la reacción de todos. Es la misma mirada solo que comiéndome el coño y fallándome con sus dedos. No aguanto más, me corro. Noto un calambre recorrer mi cuerpo y como salpico su boquita mientras gimo de placer. Si quedaba alguien en el vecindario ya se ha enterado de que no he salido del local. Me voy quedando sin fuerzas, el sigue lamiendo pero más lentamente. Mis manos sueltan su cabello poco a poco mientras mis gemidos se vuelven jadeos.

—Dios… eres un chico malo…

No contesta, se levanta y a medida que lo hace me agarra las piernas hasta tumbarme un poco. Abro la boca y veo su pene aún más duro que antes. Intento decir no, pero en realidad quiero y me callo. Me penetra.

Tengo aún el cuerpo sensible así que grito, grito y grito para luego empezar a gemir de nuevo. Mis pechos no dejan de botar hasta que empieza a cogerlos con una mano, a palparlos, a pellizcarme los pezones. Ha tomado el mando y no deja de gemir junto a mí.

—Más, dame más.

Acelera y noto sus huevos chocar contra mis nalgas mientras me agarra una pierna y me pellizca los pezones. Noto como cada vez gime más y va más rápido.

Pasan unos segundo y vuelve a cogerme las dos piernas, alzándomelas, mientras me da todo lo duro que puede. Se va a correr, lo presiento.

—Lo quiero en mi boca, no te corras aún.

En cuanto escucha eso saca la polla rápido y se aprieta el capullo con sus manos, está a punto.

Me pongo de rodillas y empiezo a masturbársela mientras se la chupo. Se estremece, está apunto de correrse.

—Sí… dios, sí… — grita y noto como inmediatamente su semen caliente y espeso chocan contra mi garganta. Acelero y empiezo a notar como escupe chorro a chorro, acumulándolo en mi boca, en mi lengua. Tras unos segundos no escupe más y, lentamente, saco su polla de mi boca. Lo miro, abro la boca y trago, para que lo vea. Sé que le ponen, me encanta que le ponga.

Sin mediar palabra alzo su pene agarrándolo del capullo y empiezo a lamerlo, hasta dejarlo bien limpio, tragándome todo su semen

—Bueno, parece que hemos resuelto el problema… — dice, sonriendo.

—Sí, pero tendrás que volver mañana — digo mientras me levanto. — hoy ya hemos cerrado — añado mientras me apoyo sobre su torso y pongo mi boca al lado de su oreja — y además, mañana estamos de oferta. Dos por una.

martes, 5 de julio de 2016

Avance de relato: Probando.

¡Buenos húmedos días/tardes/noches!

Aquí el avance del nuevo relato: Probando. El segundo que hacemos desde la vista de una mujer.
En los próximos días colgaremos el texto completo.

Imaginad que estáis cerrando vuestra tienda de ropa y entra una persona a la que te gustaría probarle toda la ropa... y probar quitársela ;)


Probando

 

Quedan veinte minutos para cerrar. Mis dos empleadas han plegado ya, tenían una cita importante hoy y las he dejado marchar. Solo quedan dos clientas probándose ropa, con suerte cerrare a tiempo. Qué envidia, ojalá pudiera volver al momento de salir de fiesta y conocer chicos, pero ahora tengo que cuidar de un hijo y convencer a mi marido para que atienda mis carnes un poco en vez de al futbol.

—Buenas tardes — dice una serena voz desde la puerta.

Un calambre recorre mi cuerpo. Castaño, sonrisa celestial y ojos profundos. Es un chico que acaba de entrar a la tienda, vestido con una camiseta, unos vaqueros que le van un poco anchos y unas deportivas. Parece joven con su media melena y deportista por su esbelto cuerpo.

—¿Disculpe? — repite tras ver como mueve la boca varías veces vuelvo en mí, me había quedado anonada.

—Ho-hola, bienvenido — digo torpemente, hacía tiempo que no sentía estos escalofríos.

—¿Me da tiempo de probarme unos pantalones?

—Sí, sí, claro — contestó sonriente, encantada estaría de probárselos yo.

Pasa a la tienda y se pone a revisar pantalones. En el tiempo en que escoge lo miro de arriba abajo infinidad de veces y empiezo a notar cierta humedad entre mis piernas, suerte que la falda de tubo me cubre hasta encima de las rodillas o temería porque se notará la gota caer.

—¡Disculpe! — oigo gritar, desde el mostrador. El chico me mira, sonríe, y me hace unas señas hacía atrás. Me giro y veo una de las clientas que estaban en el probador. Me disculpo, la atiendo y me despido. Al girarme el chico ya no está, imagino que habrá salido sin ver nada que le interesase.

Pasan unos minutos y la otra clienta sale de probador. La atiendo y en cuanto se va cierro las puertas y me dispongo a cerrar.

Me acerco a los probadores, para correr las cortinas del todo ya que odio que queden desplegadas por poco que sea. El tercero está totalmente cerrado, lo abro y automáticamente me muerdo el labio.

Está el chico dentro, que se asusta al verme y tropieza. Se apoya en la pared para no caerse y suelta el pantalón que se estaba probando, desabrochado y mostrando sus calzoncillos rojos y el gran bulto que ocultan.

—Disculpa, disculpa — exclamo tras relamerme los labios. — Pensaba que habías marchado y estaba cerrando.

—Lo siento, he tardado prque intentaba ponerme estos pantalones y no podía… — explica, sonrojado pero sin dejar de mirarme, algo que me hace humedecerme más.

—A ver… es normal chico, déjame a mí — digo, mientras me inclino hacía el. Le veo titubear, dar un paso atrás, pero luego volverlo a dar adelante. Aprieto los brazos para que mis pechos resalten en el escote de la camisa mientras mis manos se dirigen a los botones del pantalón, colocándose lentamente y presionando, rozando sus miembros a través del grueso vaquero… —Creo que estos no son de tu talla, te los ayudare a quitar… — digo mientras le miro desde abajo, mordiéndome el labio, tras hacer un vano intento de abrochárselo. El traga aslima y asiente, pega sus manos a la pared y exhala un lascivo suspiro.