¿Quién no lo ha pensado alguna vez?
Esas/os azafatas/os tan apuestas/os que nos indican las medidas de seguridad, que nos ofrecen comida y bebida y a los que deseas pedir su cuerpo y una cita en el baño del avión para que te hagan y hacerles el viaje más ameno.
Ese uniforme que deja lugar a la imaginación, ese no sé que, que sé yo de hacerlo a miles de pies de altura.
Esas ganas de aterrizar sobre ella/el antes que sobre tierra firme...
Bueno, espero que en el próximo vuelo os aguantéis las ganas (o no, que hostias, disfrutad).
¡Húmedos días/tardes/noches!
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