Estar en el gimnasio, ver que a esa persona que ves a diario de forma distinta. Entrenando junto a ti, sudando, moviéndose perfectamente... y tú poniéndote.
Tus ojos se vuelcan en ese ser que, normalmente, no levanta nada en ti pero que ese día sí. Ese día quieres fallártelo, hacerlo tuyo que te haga suyo.
Fantaseas con estar en las duchas a solas, quitándoos ese sudor y provocando otro...
El gimnasio es un paraíso para fantasear pero, seamos sinceros, cualquier lado es bueno.
P.D: Hoy tendréis el relato prometido ;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario